Una luna de miel diferente
Por Rosa del Valle
Me encanta viajar. Para mí los aeropuertos son como cientos de libros por escribir, miles de historias increíbles que contar. Me emociono con los pasajeros que salen por las puertas. Lloro cuando se reencuentran con otros que sujetan pancartas o ramos de flores al borde del llanto. Me pongo nerviosa con los que corren como si fueran a perder la última oportunidad de reencontrarse con el amor de su vida. Esos dos sentimientos los tengo perfectamente identificados.
Sin embargo, hay algo que no logro definir en una sola palabra. Es lo que siento cuando veo a esas novias que lucen aún en sus cabezas el moño de la boda. Son inconfundibles. La estela que va dejando la laca que inunda sus cabezas podría constituir causa de delito según la ley de contaminación odorífera. Si yo me levanto cada mañana como si fuera la bruja avería ¿Cómo es posible que ellas mantengan ese moño intacto después de la noche de bodas e incluso después de la noche de post-boda? Ahí algo falla…
¡Cuántas niñas de mi generación habremos soñado de pequeñas con esperar a la noche de bodas para nuestra primera vez! ¿Cuántas lo habrán logrado? Y es que…la vida nos va poniendo trabas en el camino. Logramos sortear algunas.
Inevitablemente tropezamos en otras y terminamos cayendo. Cuando quieres darte cuenta, eres reincidente y después de mucho caer y caer, incluso lesionarte en las caídas, lloras, pero sonríes aliviada. Por tu cabeza desfilan todas las sorpresas que podrías habrías haberte llevado esa fatídica noche de no ser por las trabas y por tu debilidad. La sonrisa se transforma en carcajada cuando, para colmo, te imaginas allí con la cabeza erguida para no desmoñarte.
Ponerse de acuerdo con el destino
Y empieza la luna de miel. Una pareja puede no estar de acuerdo en muchas cosas y no pasa nada. Ya expliqué en la primera entrada cómo superar esas diferencias. Pero, ¿qué pasa cuando uno de los dos está pensando siempre en el próximo destino y el otro con ver Callejeros viajeros ya está satisfecho? Supongo que eso es lo que los abogados más adelante denominarán diferencias irreconciliables.
Diferentes tipos de viajar y disfrutar
Cuando se trata del viaje de tu vida la gente tiende a tirar la casa por la ventana. Prefieren decantarse por destinos exóticos que, a veces no saben ni ubicar en el mapa. Antes de casarte, te haría la siguiente pregunta: ¿Te irías de luna de miel con tu pareja a una cabaña sin grandes lujos, perdida de la mano de Dios? ¿Estaríais dispuestos a pasar allí encerrados 10 días sin televisión ni cobertura móvil? Si la respuesta es sí, enhorabuena. Esa relación promete.
En cambio, la novia del moño pone los ojos en blanco al escuchar la pregunta. Es su luna de miel, única e irrepetible y decide subirse a un avión rumbo a la Riviera Maya. Tan pronto como las luces de emergencia se apagan, su ya marido abre la mochila. Saca una barra de fuet que corta con una navaja de perno suiza. No me explico cómo habrá pasado los controles de seguridad. En 10 horas de vuelo transoceánico se mete para el cuerpo la barra de fuet entera, una hogaza de pan y 2 latas de foie gras. Empiezo a entender por qué se ha decantado por el todo incluido del resort 5 estrellas. La cabaña sin víveres, follando de sol a sombra no podrá competir nunca con el buffet libre.
9 días y 7 noches después la chica del moño y la piraña retornan a su futuro nido de amor. La novia ha abandonado el moño. Lo ha sustituido por cientos de trencitas de raíz que no le permiten ni pestañear. Así me quedo yo mirando a su marido… sin poder pestañear. En esta ocasión, saca de la mochila ocho yogures de sabores que engulle mientras habla con la mitad de los pasajeros del avión.
Deduzco que pertenecen a ese grupo muy extenso de parejas que hace amigos durante su luna de miel. Además de amigos, han hecho 6 excursiones y tienen los pies destrozados.
Esto me lleva a dividir a las parejas en dos tipos.
Parejas de dos tipos:
Por un lado, las que organizan maratonianas jornadas con un horario que cumplen a rajatabla. Tienen que verlo todo aunque eso implique no parar nunca a tomar una cerveza.
Por otro lado, las que viajan sin horarios, desayunan cuando se levantan, empiezan a beber mojitos a las 11 de la mañana, comen cuando les entra el hambre y el resto del tiempo lo pasan en la habitación. Ya volverán en otra ocasión para ver algo.
VIAJAR SIEMPRE ES UNA GRAN IDEA
Tanto si te decantas por la cabaña, como si eliges visitar lugares sin parar hasta la extenuación o te pone más el turismo gastronómico, lo importante es volver juntos y felices. No creáis que eso es tan sencillo…pero eso ya os lo contaré en otro post.
2 comments
Yo prefiero la cabaña… Esa que tú y yo sabemos es más que suficiente. Eres genial! Las fotos son una pasada … Serie de la chica de la montaña y el moreno son increíbles. Besazo!!
yo también prefiero la cabaña 15 años después…