Cómo organizar tu boda y no morir en el intento

Cómo organizar tu boda y no morir en el intento

Por Rosa del Valle

Hace 6 horas que pronunciaste el sí, me casaré contigo. Has enviado cientos de audios de whatsapp a todos tus contactos en las últimas horas. El video de tu novio arrodillado en el restaurante mientras los mariachis entonaban: “¡Qué chulada de mujer! Esa miradita me está matando, yo la voy a convenser”, circula por las redes como la pólvora y amenaza con hacerse viral.

El dolor de cabeza provocado por el tequila y la emoción apenas te han permitido pegar ojo en toda la noche. A pesar de todo, te levantas porque no quieres perder ni un solo minuto. ¡Tienes una boda que organizar! Mientras te lavas los dientes, repites una y otra vez salpicando el espejo: “Todo va a salir perfecto, tiene que salir perfecto”. Primer fallo de principiante. Vuelva usted a la casilla de salida y comience a jugar de nuevo. De seguir por ese camino va usted directo al precipicio.

Perfección y boda no van de la mano

Sorpresas de última hora y organizar boda sí encajan en la misma frase. Te quedan 298 días y seis horas para aprender a esquivar, sobrellevar y reírte de y con los imprevistos.  Son las 7 y media de la mañana. Tu pareja, sin poder abrir los ojos aún, murmura:   

– ¿Dónde vas a estas horas…cariñito mío, chulada de mujer? – Deberías emocionarte con lo que te ha dicho. Tendrías que dejar lo que sea que vas a hacer. En cambio ¿Qué haces? Respondes: “Tengo cientos de cosas que organizar para la boda en los próximos 298 días.

– “Y sobraron las 500 veces que dijimos que no. ¡Cuánto sabe el Orozco!” –Tu novio se tapa con la almohada evitando los cuchillos que vas a empezar a lanzar.    

– “Haré como que no te he oído. Cuando te levantes te pones a escribir tu lista de invitados. Es primordial”.   

– “No, si al final, lo de la Paqui y el Benito va a parecer un juego de niños…ya lo estoy viendo venir”. –Los preparativos y la organización de la boda de la Paqui fue una tragedia, un cúmulo de despropósitos que empezaron a grito de: “¡Todo tiene que ser perfecto!” y acabaron en un sonado divorcio a grito de: “El cuchillo jamonero es mío. Me lo regaló a mí, mi primo Mariano”. 

Cuando comienzas a organizar tu boda, tienes tres opciones:

Primera: Te encargas tú sola de todo, dejando claro al sujeto pasivo, lo que significa ser sujeto pasivo. Prohibido mirar frunciendo el ceño por encima de las gafas. Prohibido torcer el morro todo el tiempo como si te acabaran de dar una patada en los riñones.   

Segunda: que puede parecer la mejor, pero en realidad es una trampa mortal: Os encargáis los dos, bien repartiendo las tareas, bien haciéndolas todas juntos. Si elegís la repartición, la voz cantante cruzará los dedos para que le toquen aquellas tareas que considera de vital importancia.   

                – “Me pido la elección del fotógrafo, la decoración, el catering y la distribución de las mesas. Tú preocúpate de que haya papel higiénico en los baños y chicles. Te declaro encargado de todos esos pequeños detalles que al final marcan la diferencia.”  Si finalmente no cuela, te escucharás diciéndoles a tus amigas: “Ya verás tú qué mierda de fotógrafo me elige éste.  Con lo rata que es y esa puta manía de ahorrar que tiene, al final comeremos perritos calientes y la empanada jamón y chorizo que hace su tía Pepa. Vino con gaseosa a raudales. ¡Vaya fiestote!”  

Si por el contrario decidís hacerlo todo juntos, no perdáis el norte. Hay que divertirse. Pase lo que pase, reíros porque al final la vida se resume en solo dos palabras: ¡Qué necesidad!    

Y por último la tercera, última y posiblemente la más práctica de todas las opciones para evitar todos los escenarios anteriores: Contrata un/a  wedding planner que se encargue de todo.

Saber las limitaciones

Si hay algo importante en esta vida para poder avanzar, es tener claro cuáles son tus limitaciones. Si tu capacidad para gestionar conflictos internos contigo mismo o con el resto del mundo es nula, no lo dudes. Si sabes de antemano que todo va a ser motivo de discordia, no lo dudes. Si simplemente quieres disfrutar de tu día sin el stress de la preparación, sin la presión de que todo el mundo esté contento, no lo dudes.  

Y cuando finalmente contrates a tu wedding planner, hazlo siendo consciente de que son auténticos profesionales.  No necesitan que los llames constantemente para contarles tus dramas, que seguro no lo son tanto.

Si Mario Picazo ha dicho que va a diluviar el día de tu boda. ¿Por qué llamas llorando a tu wedding planner? Acaso crees que se va a subir a un helicóptero y va a sobrevolar el perímetro rociando las nubes con gases anti lluvia hasta disolverlas.  ¿Le pides al dentista cuando vas que te ponga más composite al hacerte un empaste?  Por supuesto que no. Pues deja todo en manos de tu organizador y él ya se estresará por ti si es necesario y encontrará la solución a todos tus problemas. Tú, simplemente relájate y disfruta.  

Es tu día, probablemente el único que vas a vivir esas emociones. No te lo boicotees tú mismo porque al final acabarás diciendo la horrible y fatídica frase: “Tengo unas ganas de que pase ya…”.   

Dos veces me he casado. En la primera ocasión pasó todo lo que podía salir mal, pero me divertí como nunca. Si mi hermana me deja esa historia os la cuento el próximo día…En la segunda ocasión los mariachis y mi novio me cantaron “¡Qué chulada de mujer!” y ya no importaba nada más. 

 Cómo organizar tu boda y no morir en el intento